Este viernes, los líderes de la Unión Europea se felicitarán en la cumbre de Granada por haber desbloqueado el pacto migratorio y de asilo, pero lo cierto es que siguen sin una solución conjunta para los naufragios, la represión y las muertes. La UE ha avanzado a costa de endurecer las condiciones de asilo. En caso de crisis, los 27 socios comunitarios deberán aceptar cuotas de acogida o pagar hasta 20.000 euros por persona rechazada. No han sido capaces de ofrecer vías legales de inmigración laboral y seguirán pagando a países autoritarios como Túnez para que gestionen los flujos migratorios, a pesar de que cada vez hay más pruebas del trato inhumano que dan a los inmigrantes subsaharianos.
El asunto migratorio es el que más tensa la relación entre los gobiernos europeos desde hace años. Hasta el punto de que la crisis de los refugiados de 2015 casi dinamitó el espacio de libre circulación Schengen. Para llegar hasta donde estamos, con un texto consensuado que aún tiene que ir al Parlamento Europeo, Italia y Alemania se han enfrentado en un pulso tremendo durante meses. Polonia y Hungría han votado en contra del acuerdo. Y Austria, Eslovaquia y República Checa se han abstenido. Eso da una pista de lo difícil que es avanzar.
Mientras se tejía el consenso, los gobiernos han ido tomando sus medidas y algunos han hecho de la mano dura un compromiso político. En Eslovaquia acaba de ganar las elecciones un populista, Robert Fico, con un discurso antiinmigración. En Italia, la posfascista Giorgia Meloni podrá retener en centros hasta un año y medio a las personas que esperan a ser repatriadas. Polonia, República Checa y Austria han aumentado la vigilancia en sus límites con Eslovaquia. Alemania también lo ha hecho en su frontera con Polonia y la República Checa.
En primera línea de las rutas migratorias, lugares como El Hierro y Lampedusa se ven desbordados por los desembarcos. Los partidos ultras y populistas aprovechan para crear alarma social, culpar al pacto migratorio y decir que este pretende someter a los países de la UE. La extrema derecha intenta arañar la mayor presencia posible antes de las elecciones europeas de junio de 2024. “Piden la regularización [de inmigrantes] cero, pero eso es tan irreal como la inmigración cero”, escribía el sociólogo François Héran sobre el Reagrupamiento Nacional francés. Los datos muestran que, cuanto más se cierran las fronteras, más dinero ganan las mafias, pero los inmigrantes y refugiados siguen llegando. Es desgarrador, pero les compensa arriesgar sus vidas. Europa acaba de ponerse de acuerdo para ponérselo más difícil.
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