La presidenta de Georgia, Salomé Zurabishvili, ha vetado este sábado, tal como había anunciado, la controvertida Ley de Transparencia sobre Influencia Extranjera, una norma muy similar a la que el Kremlin ha empleado los últimos años para segar toda oposición en Rusia. El texto fue aprobado el pasado martes por el Parlamento de ese país, controlado por el partido gobernante Sueño Georgiano, que ahora puede volver a votar y rechazar el veto.
“La ley no puede ser objeto de ningún cambio o mejora. Debe ser derogada”, afirmó Zurabishvili en una intervención en televisión. “Hoy he vetado la ley rusa. Por su contenido y su espíritu, es rusa y contradice nuestra Constitución y todos los estándares europeos. Obstruye nuestro camino a Europa”, argumentó. La norma exigiría a las organizaciones que reciban más del 20% de su financiación internacional que se registren como agentes extranjeros. De no hacerlo, se enfrentarían a multas. La oposición cree que allana el camino para la persecución de las formaciones políticas y ONG críticas con el poder.
Por su parte, la UE advirtió a Georgia de que congelaría la adhesión si no la retiraba. Estados Unidos también expresó su oposición, mientras Rusia denunció la injerencia occidental en los asuntos internos de ese país. Con 84 diputados de 150 en el Parlamento, el Gobierno tiene mayoría suficiente para rechazar el veto y volver a mandar el texto a la presidenta para su promulgación.
En una entrevista con EL PAÍS, la presidenta reconocía que vetar la norma es poco más que una decisión simbólica sin muchas posibilidades reales de frenar la ley. “Todo el mundo sabe que este veto no tiene ninguna posibilidad de ser aceptado como tal, porque la mayoría que ha adoptado la ley es la misma que puede rechazar mi veto. Pero las autoridades, si las presiones europeas se multiplican, quizá podrían no anular el veto durante un tiempo, no pasar en seguida al acto. Lo que sobre todo cuenta, para la población, es que yo utilice el veto como el símbolo de un no. Un no a esta ley, pero también a todo obstáculo erigido ante nuestro progreso en la vía europea”, afirmó.
Las protestas masivas contra la norma se extendieron por la capital georgiana, Tiflis, desde que se aprobó el proyecto de ley en el Parlamento. El líder de la oposición georgiana, Leván Jabeishvili, aseguró a EFE que las manifestaciones antigubernamentales continuarán, ya que no se trata de “protestas partidistas”, sino de una “iniciativa popular” liderada por los jóvenes georgianos que ansían formar parte de la comunidad europea. “Occidente quiere ver a Georgia como su socio en el mar Negro. Pero el Kremlin envía a través de [el líder de Sueño Georgiano, Bidzina] Ivanishvili el mensaje de que Rusia tiene el monopolio en toda la región, que aquí no hay alternativa a Rusia”, señaló.
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