El conglomerado húngaro que quiere comprar Talgo está en el punto de mira del Gobierno español, que investiga posibles conexiones rusas en la operación. Tras Ganz-MaVag Europe, consorcio liderado por Magyar Vagon que ha presentado este jueves una oferta pública (opa) para hacerse con el histórico fabricante de trenes, hay una red de inversores, públicos y privados, relacionados directa e indirectamente con el Gobierno ultraconservador de Viktor Orbán, el líder europeo más cercano a Vladímir Putin. La mayoría del consorcio (55%) está en manos de la empresa ferroviaria Magyar Vagon y el resto está participado por el fondo Corvinus International Investment, instrumento inversor del Ministerio de Economía húngaro para impulsar a las empresas en el exterior. Como firmante de la oferta de compra de Talgo, aparece el millonario András Tombor, exasesor del primer ministro húngaro entre 1998 y 2002, además de la petrolera MOL, con sede en Budapest.
La operación de compra de Talgo amenaza con tensar las relaciones entre España y Hungría. Gran parte del capital del consorcio Ganz-MaVag Europe, que ambiciona quedarse con la empresa, está en manos del fondo estatal Corvinus, con el que Budapest ha realizado en el pasado otras operaciones como la reciente compra de Vodafone Hungría por 1.700 millones de euros. La buena sintonía de Orbán con el presidente ruso suscita desde hace años recelos en la Unión y ha continuado a pesar de la guerra en Ucrania. Budapest se ha mostrado incluso contrario a imponer sanciones al Kremlin tras la invasión. En algunas ocasiones las ha ignorado, como fue el caso del banco ruso International Investment Bank (IIB), entidad creada durante la Guerra Fría por los países del antiguo Pacto de Varsovia, y que tiene su sede en la capital húngara. El país se resistió a salir de la entidad, pese a los llamamientos de los socios a cortar lazos con el Kremlin. Hace un año Budapest, forzada por las sanciones que impuso EE UU, retiró finalmente a sus representantes del IIB, conocido como el “banco espía ruso”.
En el consorcio que busca hacerse con Talgo también figuran directivos de MOL, la empresa gasística y petrolera húngara que opera refinerías y gasoductos en el país y otros Estados vecinos, según consta en el comunicado enviado este jueves a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Uno de los dos cofirmantes de la opa es György Bacsa, director ejecutivo de MOL, que es también alto ejecutivo en la Bolsa de Hungría, en manos públicas desde 2015. Bacsa es número dos de Zsolt Hernádi, el presidente de MOL, compañía que está detrás de Magyar Vagon, uno de los componentes del consorcio. Los accionistas de Magyar Vagon son, según asegura el conglomerado, “diferentes partícipes” a través de dos sociedades (Magyar Vagon Investment y Solva II), pero solo menciona a uno, Csaba Toro, y todo se acaba vinculado con una firma participada por MOL.
El presidente de esta poderosa compañía energética es una de esas figuras que definen lo que en Hungría llaman NER. Se trata de un entramado de empresas que contribuyen al interés nacional, según las describió el primer ministro húngaro. Las organizaciones anticorrupción de la sociedad civil las relacionan sin embargo con la corrupción del Estado húngaro propiciada por Fidesz, el partido de Orbán, que le está costando todavía al país el bloqueo de 21.000 millones de euros de fondos europeos. Hernádi, cuya empresa negocia a diario con Rusia como proveedor de petróleo, es también miembro del Consejo Nacional de Competitividad desde 2017, y según un barómetro de influencia húngaro de 2023, es la séptima figura más influyente del país.
El apellido de Hernádi no es solo famoso en Hungría por su influencia, sino que también es un viejo conocido de Interpol. El presidente de la empresa energética fue condenado a prisión por la justicia croata por supuesto soborno al ex primer ministro de Croacia Ivo Sanader, lo que le costó su inclusión en la lista roja de Interpol, con la consiguiente imposibilidad de viajar al extranjero. Hernádi es además presidente del patronato de la Fundación Maecenas Universitatis Corvini, que gestiona la Universidad Corvinus de Budapest. Ese fondo recibió un 10% de las acciones de MOL que poseía el Estado húngaro, junto a un porcentaje similar de una farmacéutica, cuando el Gobierno decidió privatizar la propiedad de las universidades y empezó por esta en 2019.
Otro 10% de las acciones de MOL las recibió en una operación similar el Mathias Corvinus Collegium (MCC), la mayor institución educativa privada del país, donde se forma la élite ultraconservadora nacional y cuyo consejo de administración preside Balázs Orbán, director político del primer ministro, con el que no está emparentado. El MCC, con un nombre parecido pero independiente de la universidad, lo fundó en los años noventa la familia del empresario András Tombor, la cabeza más visible del consorcio detrás de la opa de Talgo y que, a través de la firma Cato Investments, es miembro del Consejo de Administración del conglomerado que quiere hacerse con la empresa española.
Contactos en diciembre de 2022
El consorcio asegura que Cato no tiene ninguna participación, ni directa ni indirecta, con el oferente ni con Ganz-Mavag Holding y Solva, firmas integradas en la oferta. Y explica que la firma de inversión del empresario húngaro ya empezó a buscar un nuevo propietario para Talgo el 16 de diciembre de 2022, cuando “suscribió un acuerdo de confidencialidad con el accionista de referencia”, el fondo Trilantic Capital Management, que tiene un 40% del capital, y que dijo contar con la “autorización previa de Talgo a dicho fin”, según ha asegurado el conglomerado comprador a la CNMV.
Tombor es un empresario del entorno de Fidesz, la formación con la que Orbán gobierna en Hungría desde hace 14 años. Sandor Lederer, director de K-Monitor, una ONG que vigila la corrupción en el país, explica en una entrevista telefónica que Tombor “es una figura clave en la red empresarial en torno al partido del Gobierno húngaro Fidesz y tiene estrechos vínculos personales con los principales actores de la élite empresarial y económica húngara”. “Es poco probable que actúe en adquisiciones estratégicas sin coordinarse con el Gobierno húngaro y sin alinearse con los objetivos políticos del Gobierno húngaro”, añade.
El empresario, que reside en el Reino Unido, fue asesor de defensa del primer ministro en su primer mandato, entre 1998 y 2002, y después se pasó al mundo de los negocios. Es propietario de la firma aeronáutica checa Aero Vodochody y ha participado en negocios en sectores estratégicos ideológicamente cercanos a Fidesz, como los medios de comunicación y la publicidad. Tombor fue el primer interlocutor con Talgo a través de DJJ, un fabricante ferroviario húngaro propiedad de Magyar Vagon y que, hasta mediados de 2022, tenía en su accionariado al grupo ruso Transmasholding (tras las sanciones, salió del capital).
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