El Madrid viajó en diciembre a Alemania a cerrar la fase de grupos de la Champions en un duelo contra el Unión Berlín intrascendente. Y aun así Fede Valverde fue titular. Al descanso, Carlo Ancelotti consideró que ya había trotado lo suficiente, y decidió sustituirlo para darle algo de tregua y continuar con el plan de rotaciones en una jornada de relleno, pero el uruguayo torció el morro en el vestuario. No lo ocultó, todavía quería un poco más.
En realidad, se trató de uno de los contados descansos que el italiano le ha dado al medio, el único de la plantilla que ha participado en los 45 partidos del Madrid y, con diferencia, el que más minutos acumula (3.665). “Es un futbolista de equipo. Esto es determinante en el hecho de que siempre lo puse. Aporta donde lo ponga, por eso es insustituible”, valoró el técnico en la previa del clásico del Bernabéu (21.00, Movistar).
Desde la primavera de 2022, Valverde se ha convertido en una suerte de navaja suiza de Ancelotti. Alcanzó la titularidad camino de la última Champions ejerciendo de extremo postizo, oficia habitualmente de interior, acompañó en el doble pivote a Kroos a finales de 2023 y ha sido hasta esporádico lateral derecho (también con Zinedine Zidane). Pasó de no marcar a clavar golazos en serie desde fuera del área y, de nuevo, a no ver portería al retrasar algo su posición. Pero desde hace dos años, siempre Valverde sobre el césped, como en Mánchester. A partir de la hora de encuentro, sus gestos agonísticos resultaron evidentes, reflejo de la resistencia al límite de los blancos. Vinicius no pudo más, Rodrygo necesitó relevo, Carvajal reventó, pero ahí siguió él hasta el final. “El rival [City] juega mejor. Mentalmente, te metes atrás y es jodido. Además de cansarte, la cabeza te mata por estar corriendo detrás de la pelota”, confesó Valverde, que renunció a lanzar el quinto penalti porque no se sintió fuerte físicamente.
Subido a la ola del éxito de la resistencia, Ancelotti no encontró este sábado ninguna pega para Valverde. “Su temporada es la de la continuidad”, subrayó. A principios de año, sin embargo, sí dejó una reflexión interesante sobre el charrúa, mitad futbolística, mitad humana. “Pienso que puede mejorar cuando tenga más personalidad y carácter. Es una persona muy humilde que entiende que es fuerte. Este perfil, en cierta manera, es bueno. Prefiero un jugador humilde a otro arrogante, pero a veces tener un poco de arrogancia te hace ser más fuerte de carácter”, argumentó el de Reggiolo.
En las tres últimas campañas, ha habido tantos Valverdes como ha necesitado Ancelotti. Se hizo con la titularidad en el curso del doblete orillado a la derecha convertido en un tres en uno: corriendo la banda hacia arriba (de un pase suyo metió Vini en la final de París), hormigonando el medio y auxiliando a Carvajal. A principios de la temporada pasada, le puso deberes públicos: “Si no marcas 10 goles, rompo el carné y me retiro”, le dijo. Y pasó de un tanto en la 2021-22 a 12 en la siguiente. La colección de zurriagazos antes del Mundial causó asombro. Y en esta, sus obligaciones sufrieron otra variación. La arquitectura del equipo le llevó a no estirarse tanto en ataque y escoltar más a Kroos, sobre todo cuando Camavinga y Tchouameni estuvieron lesionados. Solo lleva dos dianas.
La estadística certifica esta versión más contenida: remata menos a portería (0,7 veces por choque el curso pasado -1,1 antes de Mundial- y 0,4 en este); da un pase menos en el último tercio del campo (19,8 el año anterior y 18,9 en este); y recupera más (de 4,1 a 4,7), según Opta.
A principios de temporada, en Valdebebas lo notaron algo disperso, como si le costara arrancar el motor. La apuesta de Ancelotti por él, sin embargo, nunca ha faltado. Tampoco cuando a principios de 2023 atravesó por un trace personal muy delicado, al conocer él y su pareja que su embarazo probablemente no llegaría a buen puerto, desgracia que no se confirmó. Con Carletto, pocas certezas ha habido mayores que la titularidad de Valverde ejerciendo de lo que toque. Un multigremios.
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