Joe Biden fue este miércoles un poco más allá en su estrategia de pasar al ataque con su contrincante, Donald Trump. Le propuso dos debates, en junio y en septiembre, en el camino de ambos hacia las elecciones presidenciales. Y lo hizo con sorna en un mensaje en video de 14 segundos con guiño al Harry el Sucio de Clint Eastwood incluido. “Alégrame el día, amigo. Elijamos fechas, Donald. He oído que tienes libre los miércoles”, dice el presidente de Estados Unidos en la grabación, en referencia al día de la semana en el que no hay sesión en el juicio que se celebra en Manhattan contra el magnate neoyorquino por un pago en negro a la actriz porno Stormy Daniels para acallar una relación extramatrimonial que él niega. El candidato republicano aceptó poco después el desafío del presidente estadounidense en su red social, Truth.
“Trump perdió dos debates contra mí en 2020 y desde entonces no se ha presentado a ningún otro”, añade Biden en el vídeo. “Ahora haz como si quisieras debatir conmigo otra vez”. No únicamente el cómo, que incluye la propuesta de que los cara a cara sean sin público, también el cuándo es inusual en el desafío del candidato demócrata. No hay memoria en Estados Unidos de un debate tan temprano, si es que finalmente el primero se celebrara en junio. Llegaría un mes antes de la proclamación oficial de Trump como candidato en la convención republicana de Milwaukee, y dos antes de la cita de los demócratas en Chicago a mediados de agosto.
“Estoy listo y dispuesto a debatir sobre Corrupto Joe en junio y en septiembre”, contestó Trump. “Recomiendo encarecidamente más de dos debates y, para darle más emoción, un lugar muy grande, aunque supuestamente Biden tiene miedo a las multitudes, y eso es solo porque no las entiende. Dime cuándo, estaré allí. “¡¡¡Preparémonos para la pelea!!!”.
Cabe interpretar las prisas de Biden como un intento de revertir lo que sugieren las encuestas a medio año de la cita con las urnas del 5 de noviembre: un triunfo del magnate en la mayor parte de los Estados decisivos. También, por la urgencia de despejar las dudas sobre las aptitudes de Biden para repetir en la Casa Blanca dada su edad: tendrá 82 años si vuelve a jurar el cargo en enero de 2025 (por los 78 de Trump).
Hay otra novedad en el anuncio de Biden de este miércoles. La campaña ha enviado una carta a la organización no partidista que ha gestionado los debates presidenciales desde 1988 para decirle que esta vez no se plegarán al tradicional esquema de tres cara a cara celebrados en otoño, y que aspiran a organizar los encuentros entre candidatos directamente con la organización de la campaña del contrincante. También sugieren la celebración en julio de una discusión entre aspirantes a la vicepresidencia: Kamala Harris, por el lado demócrata, y toda una incógnita aún por despejar, de parte de los republicanos.
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Sin público
Las condiciones propuestas por el equipo del presidente incluyen que el debate tenga lugar en un estudio de televisión y con control sobre el tiempo que corresponde a cada orador. Quieren también que sean sin público (más bullanguero en el caso de los simpatizantes de Trump) y que asistan solo los candidatos de los dos principales partidos (y un moderador, claro, escogido por la cadena que lo emita). Es decir: sin el estorbo de terceros aspirantes, como Robert F. Kennedy o el filósofo negro Cornel West.
“El modelo [tradicional] de organizar grandes espectáculos con grandes audiencias a un alto costo simplemente no es necesario ni propicia el debate”, se puede leer en la carta enviada a la comisión no partidista, que firma Jen O’Malley Dillon, directora de la campaña de Biden. “Los debates deben llevarse a cabo en beneficio de los votantes estadounidenses, para que puedan verlos por televisión y en casa, no como un entretenimiento para una audiencia presencial con simpatizantes y donantes estridentes o perturbadores, que consumen un valioso tiempo con sus ruidosos espectáculos de aprobación o con sus burlas”.
La de este miércoles no es la primera vez en la que el presidente lanza el guante a su contrincante. Lo hizo también a finales del mes pasado, en una entrevista con la veterana estrella de la radio Howard Stern, poco después de que los líderes de 12 grandes medios urgieran a ambos a verse las caras.
Entonces, Trump contestó con un video y un mensaje, titulado (en mayúsculas) “CARTA A JOE”, en su red social, Truth: “Querido Joe”, empezaba, “ahora que te has comprometido con el debate en el moribundo programa de Howard Stern, nada menos, fijémoslo ya. Estoy listo para ir a cualquier lugar donde estés. Podríamos hacerlo en [Washington] D. C., incluso en la Casa Blanca, o en Nueva York, cuando tus fascistas de izquierda radical hayan terminado con la INTERFERENCIA ELECTORAL contra tu oponente político”. En ese mensaje también había, por tanto, una referencia al juicio penal de Manhattan, que el acusado considera un acto de persecución política orquestado por la Casa Blanca para sacarlo de la carrera electoral más agitada de la memoria reciente de Estados Unidos.
La comisión que ahora desdeñan los dos partidos empezó a encargarse de poner orden en los cara a cara en 1988, después de que en la campaña anterior los desacuerdos entre ambas candidaturas a punto estuvieron de impedir el cara a cara que había sido costumbre desde 1976 (aunque el primer debate televisado fue, pura historia de los medios de comunicación de masas, 16 años antes, entre Kennedy y Nixon). Ese organismo creó unas ciertas reglas: para participar en los encuentros con público, los candidatos debían tener al menos el 15% en las encuestas. Era la comisión también la que elegía los lugares, los moderadores y los formatos. En una campaña tan incierta como esta, algo parece al menos claro: esta vez sus servicios a la democracia americana no parecen necesarios.
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