La primera vez que Jude Bellingham se presentó en sociedad en Valdebebas, una cosa quedó clara: su rendimiento en el campo estaba por ver, pero su capacidad para explicarse con soltura era más que notable pese a que aún no había cumplido los 20. Donde a la mayoría de sus colegas se les encoge el cuerpo, él se exhibió relajado. Una media hora que llamó la atención. Quizás, todo se resuma en una frase de su entrenador la temporada pasada en el Dortmund, Edin Terzic: “Es el jugador de 19 años más viejo del mundo”.
De su madurez y afán perfeccionista ya había testimonios en sus tres cursos en la Cuenca del Ruhr alemana. “Jude es el futbolista de 18 años más maduro que he visto”, había asegurado antes su excompañero Mats Hummels. Una tarjeta personal que sale después de tres temporadas al alza del jardín de la Bundesliga y entra en la selva del Madrid. Otro ecosistema, el lugar más peligroso para los sistemas nerviosos más sólidos del negocio.
Te lo cuenta Lorenzo Calonge. Puedes leer el artículo completo en este enlace.